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Japón 2005

Los relatos

Date: Mon, 27 May 2005 15:16:07

From: CUENCA CANDEL Norberto

To: many_people

Subject: Japan Golden Week

 

Después de un largo silencio -más o menos igual de largo que el tiempo que llevo sin vacaciones destacables- vuelve a tocar una de batallitas; esta vez en Japón.

Aprovechando que los chinos celebran el día del trabajo durante una semana (¡!) compré un billete de avión y organicé una escapadita en condiciones al país de enfrente. Por aquel entonces todavía no me había dado cuenta de donde me estaba metiendo. Tarde bastante; concretamente hasta casi la víspera de la salida, cuando intente reservar un albergue para aterrizar tranquilo en Kyoto. Cuando vi el enorme llenazo que había por todas partes decidí informarme. Resulta que había organizado mi escapadita a Japón precisamente durante la "Golden Week" que en resumidas cuentas, es un apaño cojonudo que se han inventado los japoneses para tomarse la semana entera de vacaciones. Es el tipo de cosas que pasan cuando uno acostumbra a leerse la guía de viajes en el avión. Pues si, el 29 de abril es el "Green Day", cualquier nombre s bonito si es para un día de vacaciones, pero este es precioso. El 1 de mayo es el día del trabajo, el día 3 es el día de la constitución, el día 5 es la fiesta del niño, y para cerrar el círculo se han inventado una fiesta que se llama literalmente "la fiesta entre dos fiestas" que es el 4 de mayo. Y luego dirán que en España se curra poco! Total, que de facto TODO Japón esta de fiesta y con ganas de turismo.

Vale que en Japón son menos y se organizan mejor que en China, pero todos tienen pasta (mucha) y ganas de salir. Total, que se monta una buena, especialmente en sitios como Kyoto, el centro turístico de Japón y mi lugar de aterrizaje. Feliz que estaba yo de haberme escapado de las hordas de chinos del puente de Mayo me dirigía de cabeza a su versión nipona!!. 1000 puntos!!

Pues con esas preocupaciones aterricé yo en medio del mar (se han inventado una isla y en la isla un aeropuerto) en Kansai. De ahí a Kyoto Station sin encontrarme ningún gentío destacable.

Mi albergue estaba en una casa antigua en el centro. En un rincón en el suelo del dormitorio de tíos me esperaba mi futón perfectamente reservado. La habitación era graciosa. A parte de los 6 futones no había más decoración en el cuarto: paredes de madera, puertas y ventanas deslizantes de paneles japoneses, suelo de tatami y 6 futones. Ni mesas, ni sillas, ni armarios, ni perchas. Me construí un nido en mi rincón, amontoné mis cosas y me fui a darme el primer garbeo por Kyoto.

Como se estaba haciendo tarde me fui para Gion, antiguo barrio de geishas y locales de entretenimiento. Según lo que había leído, actualmente quedan en todo Japón unas 400 geishas en activo. Siendo realistas no me esperaba cruzar con ninguna por la calle. Es como irse a dar un paseo por el monte en Asturias y encontrarse uno de los 200 osos pardos que quedan, o cruzarte un torero de traje de luces por la castellana..vamos, que no. Pues mira por donde, sí. Llevaba 3 horas en Japón y dos calles andadas en Gion y de frente me encontré con dos Geishas todo puestas con su cara de cal, sus zuecos, sus pasitos cortos y todo el mundo mirando. La estampa perfecta de póster de agencia de viajes. Yo ya estaba alucinando pero al cruce siguiente me encontré con una muchedumbre que esperaba al final de un callejón sin salida con las cámaras de fotos en ristre. Al parecer en ese callejón había un local de geishas y las que salían a coger un taxi para ir a algún compromiso, tenían que dejarse ver por el gentío. La "caza de la geisha" me pareció bastante lamentable y no me dieron ningunas ganas de apostarme con el resto de voyeurs, pero no me hizo falta. Cuando andaba atravesando el corro de curiosos salió una y bueno... ya que estaba allí, me quede mirando (y le jodí el encuadre a más de uno!). La verdad es que fue un buen comienzo de viaje: media hora y 3 geishas. A parte de señoritas con cara de harina, Gion también fue una buena introducción para lo que es Kyoto. Al contrario que Tokio, Kyoto se libró por completo de las bombas en la segunda guerra mundial. Eso no significa que sea una ciudad vieja: lo que no hicieron las bombas lo ha ido haciendo el desarrollo. La mayor parte del centro son edificios nuevos sin nada especial, pero aún así quedan muchos barrios intactos, con casas de madera de uno o dos pisos en callejas estrechas. También hay casas grandes con jardín y muralla que deben ser de gente con mucha pasta. Esos barrios son la imagen que uno tiene del Japón tradicional. A mi me dio por pensar que si en China no hubiese habido comunismo, probablemente, el centro de Pekin se conservaría así (en su estilo de ladrillo, claro). Las casas grandes de ricos o de clase medias de los hutones las seguirían ocupando sus herederos y estarían bien cuidadas en vez de camino de ser demolidas.

 

Yo nunca he sido partidario de andar corriendo y mucho menos madrugar, cuando se está de vacaciones. Además, la semana de antes del viaje había sido un infierno de trabajo y sueño escaso. La primera noche pensaba dormir lo que el cuerpo pidiese. No puse despertador, me puse los tapones de los oídos, me calcé el antifaz y cuando abrí los ojos, descansado como un señor, eran la 1 de la tarde del día siguiente. Teniendo en cuenta que los templos, jardines y museos cierran a las 4:30 o 5:00 mi segundo día ya estaba casi echado.

De los muchos, muchísimos templos que hay en Kyoto me fui a la zona de al lado de mi albergue. Una de las gracias del paisaje de Kyoto es que está a los pies de unas montañas, y esos pies - el resto de la ciudad también - están llenos de templos. Conforme me acercaba a mi primer objetivo empecé a comprobar que los temores de muchedumbres en la golden week no eran infundados. La callejita estrecha que llevaba al templo parecía la romería de mi pueblo. En ese momento se me ocurrió utilizar la técnica de evasión que me suele funcionar en China: vete a la calle de al lado. Y funcionó. Vale que son culturas totalmente diferentes pero lo del gusto por el aborregamiento lo comparten por completo. En mi calle de al lado andaba yo solito camino del templo. Además de pasar de las multitudes me encontré con un enorme cementerio encajado en un valle que no estaba en mis planes y que me encantó. El templo en cuestión era realmente bonito, metido en la montaña y mezclado con los árboles. La verdad es que merecía las multitudes. Cuando me saturé de gente me volví a salir a un lado y me quede solo de nuevo. El camino llevaba a un bosque con una vegetación increíble y unos árboles enormes. Estuve bajando y subiendo senderos una hora dentro del bosque sin cruzarme con nadie. A pesar de estar al lado del centro y pegados a un templo famoso, el bosque parecía totalmente salvaje. Yo había visto los bosques en los dibujos animados japoneses y creía que era como los ojos grandes: como no los tienen los pintan, pero no. Tanto en Kyoto como en los otros sitios que estuve vi unos montes frondosos de los que no abundan en la Mancha. Cuando empecé a morirme de sed de subir cuestas sin poder comprar agua volví al templo. Aparecí en medio del gentío a contracorriente y me di cuenta de que no solo les gusta ir con la multitud, sino que todos van en la misma dirección. Entran por el mismo sitio, dan la misma vuelta y salen por la misma puerta. I yo, claro, haciendo el raro. El resto del día, bueno, y los dos días siguientes, los pasé dando vueltas por Kioto entre templos, jardines, geishas y turistas, con sol y lluvia, a pie y en bici. Templos tienen para todos los gustos: estuve en un famoso templo zen con un famoso "jardín seco", es decir, gravilla rastrillada y pedruscos.. Me imagino que el sitio debe inspirar mucho zenismo..si no lo pillas atestado de turistas. Aún así tiene su gracia. Otros templos son famosos por ser grandes, otros por sus estatuas, otros por tener millones de toris (arco-puerta japonesa), otro por ser dorado de arriba abajo y otros por sus jardines. En un par de estos me toco hacer el recorrido de forma ovejil, siguiendo un camino marcado y blindado con barreras para que no se rompieses el ritmo! Visitar un templo en fila india es lo menos espiritual que se puede uno echar al cuerpo. Aun así eso solo ocurría en los que eran suficientemente famosos para apelotonar multitudes y hay que reconocer que eran muy bonitos. En otros, que no están en el top ten, o que quedan un poco a desmano, te puedes quedar solo a tus anchas. Aunque no sean tan espectaculares se gana mucho a nivel de ambiente. En general todos los jardines y los templos se parecen un poco. Supongo que eso dicen los japoneses, sin falta de razón, de nuestras catedrales. Aún así me gusto lo sobrios que son. Los templos chinos siempre son de colores chillones, las figuras dentro parecen los ninots de las fallas y la estructura es siempre la misma. Los templos japos no tienen colorido: madera pulida marrón oscuro, alguna pared blanca y tejados de cobre oxidado con las curvas más sexis del mundo. Si me dan a elegir me quedo con los japoneses cien veces. En los jardines también se repiten pautas estéticas: riachuelos sinuosos, cascadas, imitación de la naturaleza en miniatura, árboles podados como en un paisaje de tinta, musgos, carpas de colores en un estanque.. La verdad es que son relajantes. Me imagino al señor samurai de hace cien años que llegaba a casa, exhausto de cortar cabezas y se sentaba en el borde de la tarima mirando a las carpas de colores mientras su señora de kimono le servía un te. Total. En el resto de la ciudad (y de Japón) he visto que esa estética se ha contagiado fuera de los jardines. Los árboles por las calles, los que crecen frente a las casas, el que está en un macetero en tu terraza del piso 14.. Están podados igual!! Todo planta que no este en el bosque la tienen tuneada!

Otra de las cosas divertidas que hice en Kyoto fue irme a un onsen (baño público). Desde que probé en Budapest el baño termal, soy un enamorado del concepto. Lo de meterse unas horas en remojo con tus burbujitas y tus chorritos es lo mejor que se ha inventado en el mundo. Sobre todo como guinda para una jornada de turismo pateando. Lo del baño en cada país tiene sus particularidades y Japón no es una excepción. Para empezar, yo diría que son los más fanáticos del tema que he conocido. Está incrustado en la cultura. Supongo que la mayoría tiene uno propio en casa, pero si no te cabe o quieres uno grande te vas al público. Cada manzana tiene alguno. Al que yo fui tenía fama de ser antiguo y bueno pero no dejaba de ser un baño de barrio. La cosa funciona así: entras de la calle, vas al vestuario, te empelotas, pasas a la zona de baños y antes de acercarte a ninguna de las modalidades de remojo, te lavas a conciencia. Las reglas indican que antes de pisar los baños propiamente dichos debes estar como los chorros del oro. En las paredes de la sala de baños hay un montón de grifos, alcachofas, cubitos y banquetitas. Coges una banquetita, te arrimas a la pared, te sientas (el fin ultimo del baño es relajarse, no vas a hacer el esfuerzo de enjabonarte de pie), te capuzas por encima todos los cubos de agua que te apetezca, te enjabonas hasta que parezcas un muñeco de nieve, te capuzas otros mil cubos de agua hasta asegurarte que en tu piel no queda rastro de mugre ni espuma y entonces, solo entonces, puedes pasar a hacer una infusión contigo mismo en la balsa que más rabia te de. Entre los accesorios opcionales está la toallita tamaño bidet de múltiples funciones. La puedes utilizar para fregarte la mugre a fondo mientras estas fuera. La puedes utilizar como taparrabos mientras vas de un lado a otro (no da para atársela o sea que la tienes que llevar con la mano en una posición bastante más ridícula que andar en pelotas), o la puedes usar a modo de cubre-cabeza-escurre-agua al estilo albañil que suda la gota gorda trabajando en Sevilla en agosto. Con todas esas ideas claras ya te puedes dedicar a pasar de una balsa a otra. Las hay de madera, de piedra, al aire libre, a temperatura de hervir huevos, fría como el hielo.. Incluso una de color marrón oscuro con burbujas, que parecía un concentrado de caldo de pollo, a la que no me acerqué por miedo a hervir vivo. Un par de relajantes hora en remojo siempre sienta bien, pero lo más interesante de este sitio es ver a la gente (y no me refiero a ver pililas japonesas). Se nota que hay gente que ha ido como quien va al bar a tomarse unas cañas con los amigos, los hay que van solos, los hay que van con prisa, los hay que, como yo, van a amortizar la entrada. Lo que más me gustó fue una aparición familiar inesperada. Estando yo en la balsa de piedra al aire libre, llegó un padre en pelotas con su crío de tres años en brazos (no hablo japonés pero el significado de tres dedos arriba es universal), también en pelotas, que, tan ricamente y tan naturalmente se sumaron a la balsa. Yo estaba encantado con el concepto, con lo naturalmente que andaban padre-hijo en pelotas, cuando me llevé una sorpresa. Por la puerta apareció una niña (debía ser la hermana pequeña del otro),en pelotas para no desentonar y se puso a corretear por allí. La estampa era divertida: un montón de señores desnudos en remojo y la hermanita corriendo por allí sin extrañarse de nada. Me encantó. Supongo que para los críos hay una edad para la cual da igual si es niño o niña y pueden andar silvestres por donde sea. Un concepto muy libertario en una sociedad todo menos libertaria. El tema del onsen te da también una idea de lo extremos que son los japoneses con la limpieza, pero hay otros ejemplos sorprendentes. Las tazas de váter startrek son un una buena muestra. Tienen más botones que el mando de la tele de mi casa. La tapa está calefactada para evitar que te lleves un golpe de frío en las nalgas al sentarte. Para un novato como yo la sorpresa es la inversa: ¡¡ pero cuanta fiebre tenía el que se ha sentado antes que yo!!. Además del ajuste de temperatura tiene miles de funciones que nunca entenderé y un par de joysticks para guiar y apuntar unos chorrillos de agua a presión que te salen debajo del culo y que te evitan el trance de limpiarte tu mismo! La experiencia del chorrito cular la dejo para la próxima o para cuando me reencarne en japonés. Otra punto sorprendente es que en todo Japón NO HAY PAPELERAS!!!! La mierda es algo personal y cada uno se libra de la suya. Es muy irritante. Todo está limpísimo y lo último que te apetece es andar tirando papeles por ahí. Consecuencia; tienes que llevarlo todo encima y es un autentico coñazo. Cuando encontraba un cubo de basura me pasaba 5 minutos sacando porquerías de todos lo bolsillos..

Otra cosa curiosa de Kyoto es la cantidad de gente vestida tradicional que te encuentras por la calle: señoras en kimono, señores con su capa.. Se nota que es la antigua capital. Lo más pintoresco que me he encontrado es a gente que venía, cargada con su arco, de tirar unas flechitas en el parque. Eso, sorprendentemente, convive con todas las moderneces estrambóticas, las lucecitas y demás japonesadas y el resultado es un mezcla bastante curiosa.

Además de a ver cosas, en Kyoto, me dediqué a comer bien, que es una muy noble manera de aprender de un país. Como iba solo casi siempre acababa sentado en la barra, que resultó ser el mejor sitio posible. En Japón es normal ir a comer solo a un restaurante y la barra sirve para no ocupar mesas a medio y para que al cliente no se le quede cara de que su cita le ha dado plantón. A parte, es el sitio más divertido porque ves como se prepara lo que estás a punto de engullir. Me lo he pasado teta viendo como los camareros de los restaurantes de sushi rulan, pelan, cortan, untan, casi esculpen tu porción de sushi antes de ponerla primorosamente delante de tus narices. Distinto y espectacular para cada tipo de sushi. Son auténticos artistas!! Por otro lado no todo el mérito es suyo. En las vitrinas de la barra (al estilo tapas español) tienen unos peces alucinantes. En España se come mucho pescado pero nada que ver con Japón, sobre todo a nivel variedad. En estos sitios tienen pulcramente limpios y dispuestos muuuuuuuchas clases de bichos natatorios y muchos cortes diferentes. Todo un mundo que aprender. Por supuesto, todo ese pescado fresquísimo (calamares, pulpos, huevas, atunes, anchoas, gambas, ostras.) se sirve y se come perfectamente crudo. Una delicia.

Para moverme por Japón me había comprado un Rail-pass con el que podía coger cualquier tren por todo el país. Como tenía que echar kilómetros para amortizarlo, después de Kyoto me fuy a Hiroshima (a 300 km) en tren bala, como excursión de un día.

En Hiroshima no quedó gran cosa después de la bomba,. Uno de los pocos edificios que quedaron medio en pie, y que sigue ahí como recordatorio de la tragedia, estaba justo debajo de donde explotó la bomba. El armazón, con su cúpula retorcida, acojona, pero acojona bastante más el museo que han hecho explicando todo lo que paso antes, durante y después: los papeles americanos autorizando el lanzamiento, las historias de la gente a la que le cayó encima, las fotos, los restos tostados de cosas varias, las sombras que dejó la gente en el suelo.en fin. Salí aún más pacifista de lo que entré. A parte de eso Hiroshima es una ciudad reconstruida de la nada que no tiene gran cosa de especial.

En frente de Hiroshima hay una isla , Mijayima, que es también bastante famosa, con templos, bosques, ciervos y un tori en medio del mar. De hecho, los Japos han decidido que el tori marino es una de las "tres mejores fotos de Japón" (por diós! Quién hace esos rankings?) y, como era de esperar, en el ferry, se desata la histeria colectiva por sacar una foto al supertori. Lo más gracioso es que la foto queda mil veces mejor desde tierra. En fin. Como a Mijayima llegué bastante tarde, pille a las masas a contrapie. Todos estaban volviendo y de nuevo conseguí evitar las multitudes. Yo no se quien les marca el timing a los turistas pero desde luego la isla ganaba mucho al atardecer y sin gente. Yo, tan contento con mi acierto. Tampoco me pude quedar a disfrutar del cielo estrellado porque esa misma noche cogí otro tren bala para volver a Osaka. De Osaka salía a la mañana siguiente, mi tren para las montañas y por eso decidí hacer noche allí. No tenía intención ni tiempo de visitar nada, pero aún me quedó tiempo de echarme unas risas. Como esa noche mi única intención era dormir había elegido un hotel capsula cerca de la estación de tren. El show!. Antes de describir el sitio en cuestión hay que entender el concepto. El hotel capsula es básicamente la alternativa a volverte a tu casa en las afueras pagando un taxi carísimo cuando ya se fue el ultimo tren. La ecuación es la siguiente: me pego una paliza de taxi, me gasto x para dormir 5 horas y volver mañana a la oficina? o me gasto x/3 y duermo 8 horas en una capsula pulcra y limpia?... Como la ecuación no esta clara del todo, los que inventaron esos hoteles fueron muy listos y le pusieron un atractivo más: un super onsen incluido en el precio. Así si! Bueno, el funcionamiento es muy cachondo. Nada más llegar dejas tus zapatos y esa es la última vez que llevas algo en los pies hasta que te vas del hotel. Con la llave de la taquilla de zapatos te dan un brazalete con la llave de una taquilla para tus cosas (en la capsula no caben y no sería higiénico). Nada más entrar te encuentras salas y salas llenas de taquillas numeradas. La taquilla es tirando a pequeña porque a ese tipo de hoteles se va con lo puesto y la mochila la tuve que meter con calzador. En la taquilla te encuentras una bata azul barbie. Se supone que es lo único que debes de llevar puesto a partir de ahí. Yo todo eso lo comprendí después de darme un par de vueltas totalmente perdido y dando la nota. Al final me integré en la masa de hombres en bata. Desde el momento en que pasas las taquillas ya eres un hombre libre, ligero y cómodo. Listo para disfrutar de lo que viene después: hay salas comunes de tele, salas de videojuegos, cuartos de aseo, un restaurante, y la joya del lugar: un super onsen con muchas piscinitas. Y todo eso lleno de hombres en bata azul hortero. Es muuuy alienante y taaaaan divertido. Más allá de las zonas comunes hay varios pisos con las "habitaciones". Son pasillos y pasillos en plan Matrix, de capsulas de 1X1X2 m dispuestas como nichos de un cementerio en dos alturas. Cuando encuentras el nicho que coincide con tu número de brazalete ya estás en casa! La cápsula sirve de sobra para dormir pero los que tengan claustrofobia mejor que piensen en otra opción. Es un cubículo de plástico blanco inmaculado con un colchón cómodo, sábanas limpias, una radio, una tele en el techo y una cortinita a los pies por si te quieres encerrar del todo. En el rato que tarde en dormirme me dio tiempo a oír pasar por el pasillo a un par de personas con melopéas espectaculares y comprendí la segunda utilidad de estos hoteles: sirven para los que trabajan tarde y también sirven de refugio a los que se pillan una buena moña al salir de trabajar y no pueden volver a su casa en ese estado. Por supuesto los hoteles capsula son sólo para hombres, que son quien trabajan fuera de casa.

A la mañana siguiente abandoné con pena mi condición de embatado. Volví a cargar con mi ropa de calle, mis zapatillas y el mochilón y me fui a coger mi tren para las montañas. El tren en cuestión distaba bastante de ser un tren bala, pero el trayecto era precioso: montañas verdes, ríos azules, picos nevados. Mi intención, además de ver un poco de naturaleza, era intentar ver que pinta tiene el mundo rural en Japón. Takayama es un pueblo grande metido en un valle de montaña. Naturaleza si que había, pero mundo rural ... poco. Supongo que para ver mundo rural sin perturbación turística me tendría que haber ido a un pueblo feo cualquiera, pero como aquel era muy pintoresco, me encontré de nuevo con las hordas japonesas. En Takayama vi un par de casas de familias ricas que me encantaron. La arquitectura japonesa, incluso hace mas de 100 años, tenía cosas muy vanguardistas: Los espacios que puedes configurar según pongas o quites paneles de papel, los espacios abiertos, la decoración minimalista. Creo que el arquitecto en cuestión es famoso y todo.

Después de Takayama me fuy a otro pueblo aún mas perdido. La principal atracción de esos valles son unas casas tradicionales muy grandes con el techo de paja en forma de V invertida llamadas gassho. El pueblito en cuestión, Ainokura, no tendría más de 30 casas y la mitad eran de gasshos. Ainokura estaba bastante más a desmano y había muchos menos turistas. El sitio no daba para mucho: paseo para arriba, paseo para abajo, unos huertos y unos arrozales. Al hacerse de noche solo quedan los cuatro gatos que viven allí. Me quedé a dormir en un gassho. Era la casa de una familia que alquilaban algunas habitaciones. Yo tenía todo el segundo piso para mí. La cena, que estaba incluida, la tomé con el resto de los huéspedes. Estábamos sentados en el tatami de la sala grande del primer piso, con una mesita para cada uno. La señora de la casa nos fue sirviendo, con muchas inclinaciones de cabeza, las delicias de la tierra. Había peces de río, verduras, sashimi de trucha y tempura de cosas increíbles! La tempura es un estilo de rebozado japonés y consiguen aplicárselo a TODO. En ese pueblo comí plantas del bosque rebozadas! hojas rebozadas! Brotes rebozados! Parece que en cada sitio rebozan lo que tienen a mano. Todo exquisito. El resto de los comensales eran dos grupos de señores mayores muy majetes. Solo había uno que hablase un poco de ingles. Entre eso, mi phrase book y la ayuda de las cervezas y el sake (el tío no paraba de llenarme la copa) acabamos contando batallitas y haciendo intercambio de cigarrillos. Después de la cena, baño a temperatura de escaldar pollos, y a dormir con el croar de las ranas en los arrozales.

De Ainokura fui a Kanazawa, otra ciudad con historia y un pasado de artes y nobleza. Yo pensaba a parte de Kyoto no se conservaba mucho más de lo antiguo en Japón, pero todos los sitios por los que pasé me encontré con historia. En Kanazawa hay antiguos barrios de samuráis (señores feudales), barrios de geishas, un castillo enorme, templos... muy chulo y más compacto que Kyoto. En Kanazawa está, además, Kenrokuen, el "jardín más bonito de Japón" según otro extraño ranking de los suyos. La verdad es que era grande y bonito, pero prefiero los de Kyoto. Otra curiosidad que visité fue el museo Honda. El imperio de motos y coches de hoy en día viene directamente de una familia noble que vivió en Kanazawa. En su museo puedes ver las armaduras del bisabuelo Honda, la espada del abuelo honda, los pendones del ejercito del primer honda.vamos que el poder feudal y los arcos se han convertido en poder industrial, pero son los mismos tíos del mismo clan que servía al emperador en su día. Otra cosa curiosa de Kanazawa es el "templo ninja" que a pesar del nombre no tiene nada que ver con el ninjitsu. En realidad es un templo lleno de "medidas anti-nija" trampas, pasadizos, escondites, puertas secretas..un autentico laberinto. Lo más cachondo es que solo se puede visitar en un tour guiado de más de una hora en perfecto japonés. Allí estaba, sin enterarme de papa, rodeado de japos que exclamaban y asentían, intentando recomponer la utilidad de cada una de las juderías que nos iban enseñando!

De Kanazawa, y como guinda para el viaje, volví a Osaka para pasar la última noche. Había leído que, después de Tokio, Osaka era la ciudad más "ciudad" de Japón. Yo creo que es incluso más. Es una autentica megaurbe desquiciada al puro estilo japonés. Me pasé el día dando vueltas y preparándome para la supuestamente mítica noche osakeña.

El barrio de salir es infinito: calles y calles y calles de restaurantes y bares en todas las plantas de los edificios. El corazón de ese bario es un cruce con las vistas urbanas más futuristas que he visto en mi vida. Si tuviese que elegir un decorado para ambientar una peli del futuro lejano, sería ahí. Por todo el barrio pulula la mayor concentración de freakies que he visto en mi vida. Tribus urbanas, fashion victims, gente muy rara, pero sobretodo mucha gente. A mayor o menor escala, todas las ciudades tienen un barrio de ese estilo y en todos vive una especie de personaje que no he terminado de entender. Son unos tíos con pinta de guay, vestidos de traje negro, con el pelo cardado teñido de rubio y con cara de estar en la calle esperando algo. Me recordaban a los señores del antifaz de Kill Bill pero en pacífico. Son gigolos? Son ganchos para los bares del 6º piso? No se. También abundan unos locales con las paredes llenas de fotos de tías sonrientes (a veces son tíos) con un número de teléfono y una tarifa. Parece ser que es algo así como un servicio de compañía pero a mi me da que es putiferio encubierto. A juzgar por la cantidad de escaparates que vi, el servicio debe tener mucho éxito.

Preguntando por ahí acabé dando con un bar de guiris y la verdad es que me alegré de oír inglés porque no había hablado con nadie en días..acabé uniéndome a un grupo de profesores yankis y terminamos en una discoteca que, por su música y el ambiente, podría haber estado en cualquier pueblo de la mancha manchega. Un antro. Después de un par de gintonics me retiré a mi capsula y al día siguiente, sin muy buen cuerpo, me fui al aeropuerto y de vuelta a casita en Pekín.

La verdad es que ha sido un viaje completito: he cogido trenes, barcos, autobuses, coches, metros, taxis, bicis.. He dormido en albergues, en ryokan, en casas centenarias, en pensiones, en capsulas.. Ha habido un poco de ciudad, de pueblo, de mar, de montaña... de todo! Viajar por Japón no es fácil porque no habla inglés ni el tato y las indicaciones no son ninguna maravilla. Para compensar, están los japoneses, que son extremadamente serviciales y se desviven por ayudarte. Si les preguntas y no saben explicar de palabra, te acompañan hasta el sitio!! Un encanto de gente.

 

Espero tener las fotos listas dentro de poco.

 

Ya se que llevo un año y medio debiendo un mail sobre Pekín, pero creo que no va a ser posible. Si no soy capaz de condensar en menos de 5 paginas una semana en Japón, para un año en Pekín necesitaría un libro! ;-)